De niña, siempre supe que una de las primeras señales del verano era mi habilidad de andar descalza. Corría por la piscina o sentía el pasto en el patio con los dedos de mis pies. Además, se me hacía más fácil hacer casi todas mis actividades favoritas, como trepar árboles, estando descalza. Para mí, los zapatos era un fastidio. Por supuesto, eran un simple lujo que disfrutaba como niña en Estados Unidos, después de haber vivido como hija de misioneros en África.
Cuando mi familia vivía en Madagascar, la situación era totalmente diferente. Mi madre, una enfermera, jamás hubiera soñado con dejarnos andar descalzos por todas partes. Corríamos mucho riesgo, riesgos como las infecciones parasitarias. Cuando le pregunté a mi mamá sobre esto, ella me respondió que temía que contraeríamos anquilostoma, un parásito que generalmente invade el cuerpo por los pies.
La mayoría de los niños en los países en desarrollo no tienen las mismas oportunidades de andar calzados. Si tienen zapatos, entonces los usarán. Pero para la mayoría que no tiene calzado, las infecciones causadas por los parásitos en la tierra pueden ser peligrosas —hasta letales—. Como mínimo, el andar descalzo puede producir lesiones y posiblemente impedir que los niños asistan a la escuela.
Si usted tiene zapatos puestos en este momento, aunque no sean sus favoritos, dedique un momento para apreciar lo importantes que son.
Es algo que en Children International tomamos muy en serio. Cada año, recaudamos fondos para nuestra iniciativa antiparasitaria, y somos un socio oficial de TOMS, colaborando con ellos para facilitar la distribución de zapatos nuevos a los niños apadrinados.
TOMS es una compañía que fue fundada con una simple idea: por cada par de zapatos que se compre, ellos darían un par de zapatos nuevos a un niño necesitado. Hoy, ellos han expandido esta idea para ofrecer oportunidades educacionales, económicas y de salud a los países subdesarrollados en todo el mundo. Un grupo de empleados de TOMS recientemente visitó varios centros comunitarios de Children International en Guatemala, donde fueron testigos del trabajo que hacemos y nos ayudaron a distribuir zapatos nuevos a los niños.
Miembros del personal de Children International participan en el evento anual de TOMS llamado “One Day Without Shoes” (Un día sin calzado). Aunque no lo crean, el andar descalzo por un día es increíblemente difícil. Este año hizo frío y lloviznó; por eso usé zapatos para atravesar el estacionamiento. Afuera del edificio había un pequeño simulacro de diferentes superficies —piedras, arena, tierra— sobre las cuales podíamos caminar. Todo se sentía mojado, frío e incómodo. Fue un recordatorio de que esta es la realidad para muchas personas en el mundo, incluyendo el riesgo de contraer parásitos.
Afortunadamente esto no tiene que ser un problema imposible de resolver. Usted puede conocer más sobre cómo participar en este esfuerzo y cómo nuestros apadrinados se benefician de nuestra alianza con TOMS (http://www.children.org/toms?lang=es-MX). Quizás para el próximo año el evento “One Day Without Shoes” no aplicará a los niños necesitados.
