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Muchos de nosotros no damos mucha mente a nuestras sonrisas —es un movimiento automático—, pero para los niños que no han tenido atención odontológica periódica, una simple sonrisa puede ser una experiencia dolorosa. El dentista Javier Alberto Ruiz Pérez siente un gran gusto de poder remediar este problema para nuestros apadrinados cuyos dientes a veces les avergüenzan.
Javier ha ejercido odontología durante 15 años. Él es originario de San Pedro Sula, Honduras, y vive con sus padres y uno de sus hermanos. Su clínica está ubicada en las afueras de San Pedro Sula, en un pueblo llamado Potrerillos. Cada mañana, él viaja desde Potrerillos al centro comunitario Vida Nueva de Children International donde presta atención odontológica a los niños y jóvenes la mitad del día.
Javier se enteró de Children International a través de amigos que trabajaban ahí. La organización se le hizo interesante cuando supo del trabajo que realizaban sus amigos con los niños. Javier habla sobre cómo el trabajar con CI le ha dado una nueva perspectiva de los niños más necesitados de Honduras. Él aprecia la oportunidad de poder ayudar a niños de muchas regiones.
Lea la entrevista con Javier para descubrir lo que el “poder de (cada) UNO” significa para este dentista.
Una de mis mayores experiencias ha sido ver la formación del niño. Ya cuando ha pasado de niño a adolescente y a verlo en la sociedad ya como un ente activo y saber que yo formé parte de la formación del niño es bastante gratificante para uno.
En realidad ha tocado bastante mi vida ver cómo influye uno en la niñez, en la formación y ver cómo el niño se va desarrollando durante los años porque ya tengo diez años de estar trabajando con la organización y ver cómo el niño va evolucionando le toca a uno.
Mis padres me han enseñado la verdad lo que es, sobre todo, el respeto al trabajo, la admiración, la generosidad que uno tiene que tener hacia las demás personas y la ayuda —ayudar a las demás personas con lo que más se puede y lo que más necesiten—.
Todos somos un eslabón en esta organización. Ese eslabón viene encadenado con otros que son nuestros compañeros. Todos cumplimos una misión y la misión hay que hacerla bien porque ese es el poder que uno tiene. El poder de hacer las cosas bien en su trabajo para que haya una verdadera formación integral del niño.
Hace aproximadamente un año tuve la oportunidad de andar en el centro de San Pedro Sula y encontrarme con un joven que me dijo “Doctor, ¿cómo está?” Y lo quedé viendo y no me recordaba de tantas personas que he atendido y me dijo “Doctor, usted no se acuerda de mí, pero yo sí me acuerda de usted. Usted me atendió en Children cuando yo era niño”, e inmediatamente me contó su historia. Dijo que él se sentía con una baja autoestima en aquella entonces porque tenía problemas en los dientes, los cuales pudimos solucionarle y eso le subió su autoestima. Eso lo llena a uno bastante y lo gratifica.
Es una alegría tremenda saber que uno es reconocido por algo bueno que hizo durante la formación de ese niño.
Ha habido muchos casos en que los padres me han dicho, “Mi hijo no sonríe, prefiere no hablar; en la escuela él es callado”. Muchas veces no se dan cuenta del por qué hasta que el niño logra venir acá, ve uno que la función de nosotros es, aparte de devolverle la estética, la funcionabilidad de la cavidad oral.
Entonces durante su tratamiento, el niño desea venir porque está viendo los cambios y se le nota y se ríe y todo. Cuando el tratamiento está terminado, pues la gratificación de uno es ver la alegría, inclusive el mejor pago es un abrazo de él.
Hay una influencia, por eso es que nosotros debemos de empoderarnos de nuestro trabajo y salir adelante porque somos parte de ese eslabón.
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