Theo Moumtzidis se toma el apadrinamiento tan en serio que lo lleva a su lugar de trabajo. Su empresa, Delos Advisors en la ciudad de Nueva York, hace que el apadrinamiento sea algo en que todos los empleados participan. Entre más proyectos asuman su personal, más niños y jóvenes la empresa apadrina. Asimismo, cada vez que el equipo de Delos apadrina alguien nuevo, ellos colocan su foto en la pared como recordatorio.
Conversamos con Theo para conocer más sobre esto.
Nací y crecí en Grecia; he vivido en Nueva York durante más de 20 años. Soy un asesor de gerencia y doy consejo a instituciones financieras. El año pasado después de trabajar con algunas de las compañías más respetadas en la industria, abrí mi propia agencia.
Me involucré cuando me topé con algunos reclutadores de apadrinamiento de CI en la avenida Columbus y la calle 68. Una persona muy conocida, quien yo estimaba muy poco, acababa de hacer comentarios despectivos sobre CI —por eso yo tomé sus comentarios como promoción—. ¡Supongo que no es el motivo más común para el cual involucrarse uno! Sin embargo, ¡estoy muy feliz de haberme unido a CI, aunque fuera de manera inusual!
El ver a Leo, mi niño apadrinado desde 2009, crecer de un niño a un joven.
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Otra experiencia linda es cada vez que agregamos una foto de un nuevo niño apadrinado a los marcos en la pared de nuestra oficina. Las fotos nos recuerdan de nuestra meta de apadrinar a cuatro niños más para el fin del año.
Cada vez que recibo una carta de Leo, siempre me pregunto qué estaría haciendo yo si hubiera nacido en las condiciones difíciles sociales, educacionales, nutricionales y de salud de su familia. Pienso en cómo CI puede reducir la brecha entre “los que tienen” (yo) y “los que no tienen” (él), para que cada niño en el mundo —sin importar dónde uno crece— pueda tener la oportunidad de crecer y convertirse en un miembro productivo y exitoso de la comunidad.
Uno de mis maestros de colegio una vez dijo —de la nada— a mi clase entera, “Lo que les pasa en la vida es su propia culpa” —la implicación siendo no culpar a los demás o la situación, ni usar la privación como excusa, sino enfocarse en uno mismo y su habilidad de superación. Esas palabras fueron cruciales para mí durante muchas encrucijadas en mi vida cuando habría sido fácil y lógico rendirme, no desarrollar mi potencial al máximo, y perder mi ambición y determinación.
Tiene una actitud positiva en la vida, una sonrisa genuina y confianza. Parece estar feliz con lo poco que tiene. Está agradecido e intenta sacar el máximo provecho de su vida.
Quizás les comparto mi aspiración. Antes de abrir mi agencia en enero de 2015, trabajé en otra agencia durante más de 15 años como socio. En un año típico, yo “vendería” y manejaría entre siete y 10 proyectos. En los últimos 18 meses aquí, hemos tenido cuatro, y aunque es un comienzo muy exitoso, es menos de lo que yo sé que podemos hacer. Espero alcanzar un número más alto y sobrepasarlo. Una vez que hacemos eso, podemos agregar siete a 10 niños cada año.
Tengo por lo menos 20 años más de trabajo antes de jubilarme, y espero ver 200 cuadros en las paredes llenos de fotos de los niños quienes tendrán mejores oportunidades para convertirse en personas felices con vidas productivas.
Cada niño tiene un poder innato de hacer cosas buenas o hasta grandes para sí mismos, sus familias, sus comunidades y el mundo.
Estos poderes están reprimidos cuando un niño crece en la pobreza, e incluso pueden ser usados para hacer el opuesto de “cosas buenas”.
Para mí “desencadenar el poder” significa que CI —por medio de su propio poder de la educación, el apoyo social, la ayuda médica, las acciones de la comunidad, etc.— está ayudando a que CADA niño desencadene su poder innato de ser lo mejor que pueda.
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