- Impacto en equipo
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“Mi abuela me decía
que su abuelo le dijo
que su abuela le dijo
que su abuela le dijo
que de Santa María la Antigua del Darién,
ella vino un día,
en sus manos tenía una calavera con gente de mi color,
en la selva del río Atrato con el nativo ella compartió
maltrato y ofensas como pago por su labor…”
Así empieza la canción favorita de Grace Padilla Terán. Esta graduada del programa de apadrinamiento, de 28 años de edad, dice que la ha cantado varias veces en festivales y eventos.
Quizás la letra de la canción no sea la más edificante, pero esta colombiana dice que la calma cuando se siente inquieta o preocupada. De hecho, ella dice que la canción le trae paz y aliento, tal vez porque la letra le recuerda de los momentos desafortunados de su vida que ella ha luchado por superar, para ser una mejor persona y seguir adelante.
Ella dice que la canción le recuerda que todo es posible y le inspira a seguir soñando. Le da ánimo para sonreír y reafirmarse que ella puede hacer lo que se proponga.
Para Grace, el cantar es vivir… y el vivir es cantar.
Grace nació en San Andrés, una isla coralina de Colombia en el mar Caribe, pero sus padres se trasladaron a Cartagena cuando ella aún estaba tierna, esperando encontrar una vida mejor. Al llegar, su madre escuchó sobre Children International y la labor que realizaban en la ciudad, y en 1991, cuando Grace tenía 4 años de edad, ella pudo inscribirse en el programa de apadrinamiento de CI.
Grace valora todo lo que CI le ofreció, dice ella, desde sus primeros años en el Programa hasta su época de joven líder en los programas de empoderamiento de CI. Eventualmente, ella se ganó una beca HOPE que le permitió estudiar educación infantil. Ahora ella es maestra en uno de los centros comunitarios de CI en Cartagena.
Los programas juveniles, dice ella, fueron las mejores experiencias de su vida. Ahí, ella hizo amigos de verdad y adquirió habilidades de vida que han sido esenciales para su crecimiento y madurez. Ella también conoció al Coordinador del Programa Juvenil, Fernando De Ávila. Además de enseñarle a ella y a sus compañeros que todo es posible en la vida, ella dice que él también practicaba lo que pregonaba a diario y en cada taller que daba —mediante temas como la honradez, la perseverancia, la disciplina y el liderazgo— y marcó la vida de Grace.
Después de egresar del programa de apadrinamiento de CI, Grace se convirtió en voluntaria. Durante dos años, ella dividía su tiempo entre la música y su labor como voluntaria. Luego asumió un puesto de trabajo en una escuela primaria. No obstante, siempre tenía a CI en mente. Por eso, el año pasado, cuando un buen amigo le informó acerca de un puesto de trabajo disponible en la biblioteca de CI, ella no vaciló en enviar su hoja de vida.
Actualmente, Grace está a cargo de fomentar la educación en los apadrinados que visitan el centro comunitario donde ella trabaja. Ella también pertenece a la Corporación Cultural Cabildo, un grupo de músicos y bailarines que tocan, bailan y enseñan música y arte tradicional. Grace está encantada de hacer ambos trabajos. Según ella, a veces no puede creer que le pagan por hacer lo que le apasiona.
“Mi trabajo significa mucho más que eso”, dice Grace. Ella admite que hay personas que malinterpretan la razón por la que tiene dos trabajos. “Ellos creen que uno es necesitado”, explica ella, pero Grace no lo hace por eso. “El cantar es hacer feliz a los demás con la voz, y la educación es enseñarles a los demás y demostrar que es divertido aprender”.
“Mis dos trabajos son fantásticos”, dice ella. “Es mágico”.
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