- Personas estimadas
- Todos los países
Como educador, Rodrigo Albarrán se ha dedicado profesionalmente a ayudar a los niños y jóvenes. Él les enseña inglés. Es obvio que él ya aporta su grano de arena, pero Rodrigo le dirá que siempre ha querido hacer más por los niños.
Rodrigo, quien por mucho tiempo ha apoyado a los niños de su país natal, Chile, no se limitó a ayudar a un nivel local. Su misión por ayudar a los niños en todo el mundo le llevó a Children International, donde su apoyo realmente no tiene límites.
Aquí, Rodrigo revela lo que le inspira a apoyar a los niños y jóvenes en diferentes partes del mundo.
Soy profesor de inglés. Ayudo a los niños. Lo que más me gusta hacer es entrenarme para correr, hacer unas corridas acá en Santiago o en la playa, salir a correr en las tardes y jugar un poco de fútbol. Otra cosa que hago es extras para televisión, hago trabajos para teleseries —en más de una—. Los extras no hablan. Le pagan a uno por estar parado o estar sentado. Pude conocer a los actores en persona y ver que son de carne y hueso. Básicamente soy una persona que sale mucho, soy una persona bien de casa y de la iglesia. Yo tengo bastantes personas aquí en mi iglesia así que vivo una vida bien tranquila.
Alguna vez apadriné a través de otra organización y yo siempre había querido apadrinar niños del extranjero pero no había la posibilidad, solamente niños chilenos. Entonces busqué en el internet y me salió Children International. Tuve yo la suerte de apadrinar a los niños y conocerlos. Los niños que apadrino son de fuera del país. Solo dos hablan español y los demás hablan inglés, hindi, tagalo o nyanja. He tenido que aprender sus idiomas para al menos saludarlos y cosas como esa.
¡Anime a su apadrinado hoy mismo! Conéctese a su cuenta para escribir una carta.
Uno puede a los chiquillos, a los niños, niñas inspirarlos. A mí siempre me ha gustado ayudar a estos niños, así que, para mí es una fuente de mucha alegría cada vez que recibo una carta de ellos, cuando les envió un regalo para lo que sea —las fotos, la carta de agradecimiento—. Entonces, es más que todo, a uno le produce mucha alegría y satisfacción. Uno siente que recibe mucho más cuando se entera de la alegría que les provoca a ellos de lo que uno hace.
Más que todo es tiempo y la dedicación de estar siempre diciendo, “¿Cómo están las notas?”, “¿Cómo está la familia?”, si es que han estado enfermos. Yo les cuento mucho de lo que hago, de las costumbres de acá de Chile. Cosas como esa hacen que yo decida apadrinar un niño.
Lo que más me gusta, y me ha sorprendido positivamente, es que todos los niños filipinos escriben tan bien el inglés. De hecho yo soy profesor de inglés y no tengo ni un alumno de los cursos más altos que pueda escribir a un nivel como el de ellos.
Así que eso es lo que justamente yo he visto que ellos estudian bien seriamente, que he apadrinado muchos niños de Filipinas, a raíz de eso. Y lo otro es que también me ha hecho aprender tagalo: varias expresiones de saludo, la forma de despedirse. He aprendido eso y también el nyanja que se hablan en Zambia. Entonces ha sido muy bonito porque justamente así se rompen las barreras idiomáticas pero además, étnicas.
Moni! Bayi! Así se dice “hola” y “adiós” en nyanja, uno de los idiomas hablados en Zambia.
Pues sería ideal que la mayoría de gente pudiese entender y darse cuenta que en todos los países hay distintas necesidades y que la gente tiene muchas necesidades en países como la India, como Filipinas, en países africanos. Muchas veces la gente dice, “No, yo no ayudo a nadie porque a mí nadie me ayuda”. Y ahí es donde está el error. Todo el mundo dice “alguien tendría que hacer algo” y ese alguien tendría que ser uno mismo. Y la gente no lo ve así.
La idea es compartir, acá en Chile hay un empresario millonario que él donó para la teletón 4 mil millones de pesos. Eso es cerca de 20 millones de dólares y el tipo es un magnate, un millonario que sale a la calle y reparte plata, y a la gente la ayuda.
Él una vez dijo “Si uno tiene, tiene que compartir”.
Esa cuestión me llamó mucho la atención y eso creo que en parte me motivó a seguir ayudando a partir de la parte cristiana de uno. Entonces de verdad que es muy bonito poder ayudar a los niños y efectivamente desatar, contagiar, concientizar a los demás de que uno también puede marcar la diferencia en la vida de un niño. Uno no sabe el impacto que puede tener el hecho de acompañarlo hasta los 19 años, hasta que termine el programa.
Los niños me dicen, “Usted es una inspiración para mí, voy a sacar buenas notas para mis papás y para usted”. A lo mejor eso es lo que los chiquillos necesitan — alguien que no solamente de la familia los está apoyando pero del otro lado del mundo también está preocupado por ellos”. Eso creo debe ser muy potente para ellos.
Comentarios
Necesita estar conectado a su cuenta para enviarnos comentarios. Si tiene una cuenta, pulse aquí para ingresar.