De vez en cuando, el universo le toma a uno por sorpresa. Recientemente, el personal de la sede de Children International en Kansas City experimentó una de estas sorpresas. ¿El resultado? Tuvimos la oportunidad de compartir un poco de “sincronía significativa” con una mujer excepcional: Johanny Amaya, una ex apadrinada de San Pedro Sula, Honduras.
Es un relato de ocurrencias improbables. Ya sea que usted crea en la providencia, la serendipia u otra fuerza motriz, le sugerimos ponerse cómodo, porque su historia abarca más que uno que otro párrafo, pero vale la pena leerla. (Tal vez también quiera tener un pañuelo a mano).
Fue un camino serpentino e improbable lo que trajo a Johanny Amaya (de 26 años) a las puertas de la oficina central de Children International en Kansas City, Missouri, en la primavera del 2016. En ese camino le acompañaban una niñez traumática, un psicólogo, un compromiso a una madre enferma, un educador inspirador, una beca bien merecida, una sorprendente búsqueda en el internet, un primer viaje en avión, una pequeña universidad en la región oriental de Kansas y una meta muy específica: visitar la sede de Children International, conocer el personal y enfatizarles a ellos y sus colaboradores que sus esfuerzos por ayudar a los niños y jóvenes de escasos recursos valen la pena —tienen un impacto enorme y de gran alcance—.
Johanny estaba segura de eso porque ella es prueba viviente.
Johanny tenía 6 años de edad cuando fue apadrinada por medio de Children International. Su madre quedó a cargo de ella y su hermano después de ser abandonados por su padre. Desesperados, los tres se fueron a vivir con la tía de Johanny, donde había otros cinco niños. En ese hogar de tan solo dos cuartos vivían diez personas.
Según Johanny, el apoyo de Children International fue inmensamente beneficioso. Por ejemplo, Children International le daba desayuno varias veces durante la semana. “Las madres voluntarias nos reunían en el centro comunitario y nos preparaban algo nutritivo”, recuerda ella tiernamente. El ir a la escuela con el estómago lleno fue un gran apoyo.
Johanny también valoró los zapatos y los útiles escolares que le entregaba Children International —lujos para muchas personas de su comunidad—. Ella recuerda la alegría de los niños apadrinados cuando llegaban a la escuela luciendo el mismo calzado nuevo, así como también la tristeza de los niños que andaban descalzos o solamente usaban calzado de segunda.
Con una punzada de melancolía, Johanny nos recuerda a todos —y a ella misma— que “no todos tuvimos las mismas oportunidades”.
Sin embargo, la atención que Children International le brindó a Johanny cuando ella más la necesitaba fue durante una época negra y muy personal de su niñez. Ella sufría de una depresión, un temor y un hambre tan grandes que a los 7 años de edad, Johanny se volvió suicida.
“En la escuela yo me sentía diferente de mis compañeros”, dice ella. “Tenía miedo de todo. No era buena estudiante”. Cuando la llamaban a que escribiera algo en el pizarrón, ella también confiesa: “Comenzaba a llorar enfrente de todos. Pensé que no era digna”.
“Empecé a buscar la manera de matarme”.
Johanny apunta hacia las cicatrices leves en sus muñecas. Sin embargo, ella intentó lastimarse en otras instancias. Su madre, quien sufría de varias enfermedades, tenía muchas pastillas. “Agarraba muchas de ellas y me escondía en un rincón, lejos de todos, y me las tragaba con una taza de agua”, explica ella discretamente. Horas más tarde, retorciendo de dolores intensos, su madre la llevaba corriendo a la sala de emergencia. Después de varios incidentes, y a pesar de uno en que Johanny quedó en un coma, su madre pensó que ella sufría de simples dolores estomacales o algo por el estilo.
“Hasta el día de hoy”, dice ella, “nadie sabe por qué estaba tan enferma”. Nadie lo sabe, excepto una persona: el psicólogo que, según Johanny, le salvó la vida.
El médico del centro comunitario de Children International reconoció los síntomas de depresión que presentaba Johanny y coordinó para que ella consultara periódicamente con un psicoterapeuta durante cinco años. Este apoyo le ayudó a encontrar la valentía de enfrentar el próximo gran reto en su vida: el problema de salud crónico de su madre.
A pesar de que Johanny aún no tiene una diagnosis concreta, ella cuenta que su madre “se enfermó tanto que no podía caminar”. De catorce años en aquel tiempo, y con su hermano buscando trabajo lejos de la familia, Johanny abandonó sus estudios para apoyar a su madre.” Fue también en esa época de su vida que ella tuvo que dejar de participar en el programa de apadrinamiento de Children International. Esa etapa —dos largos y difíciles años como cuidadora— causó que Johanny madurara aceleradamente. Ella se dio cuenta de algo: su madre no hubiera sobrevivido sin el respaldo de su hija.
Johanny ha reflexionado mucho sobre su vida, además de los retos y cambios que ha enfrentado.
En retrospectiva, Johanny también se dio cuenta de que sus sesiones de psicoterapia le mantuvieron viva lo suficiente para cobrar fuerza y salud emocional para enfocar su atención y cariño en su madre. Ella estaba retribuyendo la ayuda que su padrino de Children International le dio. “Me dije que de hoy en adelante mi vida sería diferente”, manifiesta Johanny. “Y fue diferente. Volví a mis estudios y eventualmente me matriculé en la universidad y empecé a sacar buenas notas. Me gané una beca (para cubrir parte de los costes de la secundaria) estudiando inglés”.
Durante la secundaria, Johanny se destacó tanto en inglés que su instructor le ofreció una hora extra de refuerzo privado por semana. En breve, el instructor había puesto Johanny a cargo de anunciar el tema del día y apoyarle con la impartición del curso. Un día, ella llegó a la clase y descubrió que no estaba ayudando a darla. El instructor le dijo, “Hoy no daré la clase; tú lo harás”. Johanny no creía que su timidez le permitiría hacerlo. “Pero él me motivó”, dice ella. “Él me empujó. Ese fue el empujón de mi vida. Él me llevó a lograr mejores cosas”.
Johanny terminó enseñando en una escuela bilingüe, la cual no pagaba mucho, pero sí lo suficiente para que ella cubriera sus gastos educacionales. A veces pasaba el día entero sin comer estando en la secundaria e incluso en la universidad (asegurándole a su madre con mentiras piadosas que sus amigas le compraban el almuerzo). No obstante, esta joven perseveró y sobresalió.
“Ha sido muy duro, pero ahora puedo sonreírle a la vida”, dice ella. “No quiero morir. Hoy le tengo aprecio a todo”.
La dedicación de Johanny a sus estudios le llevó a ganarse una de solo seis becas otorgadas por el gobierno estadounidense, a través del programa de intercambio universitario UGRAD, para que estudiantes hondureños estudien en los Estados Unidos por un semestre. La beca de Johanny la colocó en la universidad Emporia State, en el estado de Kansas. Así que el otoño pasado, antes de su primer viaje al extranjero, ella investigó y conoció por internet sobre el área que visitaría. A pesar de haber visto el logotipo de Children International hace más de 10 años, éste apareció en su lista de resultados (Emporia es un pueblo que queda a aproximadamente una hora y media de la sede de Children International en Kansas City), ella experimentó un diluvio de emociones. Recuerdos durmientes surgieron con la fuerza de una enorme ola.
“Sentí una profunda gratitud al instante”, dice ella. “Children International fue vital para mí”.
Ella decidió en ese momento que encontraría la manera de visitar las oficinas de Children International mientras estuviese en Kansas.
Durante su primera semana en los Estados Unidos, Johanny encontró la página de Children International en Facebook y nos envió un mensaje privado en el cual nos contó acerca de lo mucho que la organización había cambiado su vida y que le gustaría estar en contacto con nosotros.
En breve, empleados de Children International en Kansas City se comunicaron con ella y programaron traerla desde Emporia para darle un recorrido de la ciudad y las oficinas. El lunes por la mañana, su emoción fue inequívoca cuando entró a la sede de Children International.
Se había planificado una recepción donde se le daría la bienvenida y la oportunidad de conocer a los empleados de Children International, pero esta señorita nos sorprendió a todos cuando preguntó si podía dar una presentación en PowerPoint. En la presencia de un salón lleno de gente, ella pasaba de una imagen de su pasado a otra. Mostró una foto rayada y desteñida de sí misma y dos compañeros de clase. Ella pausó por un segundo: “¿Ven algo diferente en esta foto? Uno de los niños no tiene zapatos. Pero dos de nosotros sí los teníamos, gracias a Children International”.
Varias veces durante su presentación, Johanny tuvo que controlar sus lágrimas mientras describía el impacto que Children International había tenido en su vida. Ella dijo que su pasado le había dado una perspectiva singular de su futuro.
"Realmente quiero ayudar a los demás a alcanzar sus metas y a tener fe en sí mismos”, dice ella. “Siento que tengo que ayudar al prójimo. Eso es lo mejor que puedo hacer y quiero dedicarme a eso por el resto de mi vida”. Esta perspectiva ha influenciado su expectativa del futuro: seguir estudiando, obtener un doctorado y eventualmente crear una fundación que enseñe inglés a los huérfanos de Honduras.
“Ellos no tienen a nadie”, dice ella, “y no tienen ninguna ventaja. El aprender inglés cambió mi vida, y en Honduras, el saber inglés le abre a uno muchas puertas. Así que mi deseo es empoderar a los niños huérfanos para que ellos también tengan las mismas oportunidades”.
Johanny nos expresó aún más sabiduría. Su lema en la vida es:
”Sé que soy el resultado de mi pasado, pero eso no quiere decir que seré por siempre su prisionera”.
Visiblemente controlando sus emociones, entre sollozos pausados, Johanny resumió su presentación: “Todo esto sucedió porque ustedes me vieron cuando yo era invisible. Ustedes me dieron una voz cuando yo no tenía cómo hablar”.
Sus lágrimas no fueron las únicas cuando miembros del personal de Children International la abrazaron. Ellos hicieron fila para abrazar a Johanny y expresarle admiración por su valentía y honestidad.
Aunque las palabras de Johanny fueron dirigidas a empleados de Children International ese día de primavera, ella dejó bien claro que sus comentarios abarcaban todas las personas involucradas en el movimiento para erradicar la pobreza y transformar la vida de los niños —tal como ustedes, nuestros colaboradores—. (Pueden ver videoclips de la presentación de Johanny a CI en nuestra página de Facebook (en inglés)).
De parte de Johanny e incontables niños más, les damos las más sinceras gracias. Así como “vimos” a Johanny, según nos dijo ella, nosotros también les vemos a ustedes, ¡y seguimos profundamente agradecidos de poder contar con su apoyo!
P.D. Mayor prueba de la naturaleza fortuita de la visita de Johanny fue que su colocación en Emporia State University también la puso cerca de su hermano. Cuando Kelvin se mudó a los Estados Unidos hace casi ocho años en busca de trabajo, él terminó en la ciudad de Denver, a tan solo 880 kilómetros de Emporia. Su presencia “cercana” permitió que Johanny visitara a su hermano y otros parientes que se habían mudado a Colorado hace 20 años. Su alegre reunión con estos seres queridos fue uno de muchos otros aspectos fortuitos del camino hacia el éxito de esta mujer.
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