De la privación a la recuperación

ACTUALIZACIÓN: La familia de Daniel Túa es una excepción en la comunidad en Quito, Ecuador, donde él creció. A pesar de que muchos padres no entienden la importancia de una educación, los padres de Daniel apoyaron sus esfuerzos. De hecho, Daniel no sólo logró llegar más lejos en sus estudios que muchos de sus pares, sino que sus padres también le animaron a seguir estudiando... hasta llegar a la escuela de medicina.

Como resultado, hoy Daniel es médico, y valora tanto la educación que quería enfatizar lo críticos que fueron sus padres en ayudarle a cumplir sus metas. Así que siga leyendo para descubrir lo excepcionales que fueron sus padres y cómo un niño de una de las comunidades más peligrosas de Quito se convirtió en médico.

¿Qué le daría a un niño de escasos recursos la fuerza y determinación para soñar con ser médico? La respuesta es sorprendentemente trivial: un lápiz.

“Un lápiz en mi hogar cambió todo”, dice Daniel, hoy de 27 años de edad, al recordar las aspiraciones que tenía en su infancia. Cuando tenía 6 años de edad, su familia pasó por una etapa particularmente dura. Él acababa de comenzar la escuela, y recuerda haber pedido un lápiz para hacer tareas. En su hogar no había nada con qué escribir.

Sin embargo, poco antes de su noveno cumpleaños, Daniel encontró un padrino por medio de Children International, y estas barreras educacionales desaparecieron. “Recibí cuadernos, lápices —todo tipo de materiales de estudio—“, dice Daniel. “Y no era para mí solamente. Me dieron tanto que pude compartir con mis hermanas”.

Una vida de limitaciones

Daniel creció en La Colmena, una de las áreas peligrosas de Quito, Ecuador, conocidas como “zonas rojas”. Estos barrios son conocidos por su actividad pandillera y el crimen. De hecho, son tan afligidos por la pobreza y la anarquía que la policía se mantiene alejada de estos lugares, y muchos empleadores no entrevistan a residentes de los mismos.

Sin embargo, tales fuerzas negativas fueron contrarrestadas por algunas poderosamente positivas, que en su mayoría estuvieron disponibles gracias a los servicios y las oportunidades ofrecidos por el apadrinamiento. De hecho, algunos de los mejores recuerdos que Daniel tiene de su niñez tratan del tiempo que estuvo en el centro comunitario de Children International. Él recuerda la atención médica, la ropa, el calzado, los útiles escolares, el refuerzo escolar y los demás beneficios con un enorme sentimiento de gratitud. Al momento de graduarse del apadrinamiento, su familia sobrevivía con tan solo US$13 al día —el total de los ingresos que generaban sus padres, su madre como empleada doméstica y su padre como sastre—. Con estos ingresos tan escasos, hasta los regalos más pequeños significaban más para esta familia de cinco personas de lo que podemos imaginar.

Agradecido por las oportunidades que el apadrinamiento le hizo posible, Daniel espera regresar a La Colmena tras terminar su residencia para retribuir ayuda.

La valentía para soñar

“Children International me ayudó a mí y a mis hermanas cuando más lo necesitábamos”, dice Daniel. “Nos dieron lo que mis padres no podían costear”. Si no fuera por los útiles escolares que recibió, por ejemplo, él dice que probablemente se hubiera visto obligado a abandonar sus estudios a una temprana edad. Daniel añade que la motivación y el refuerzo escolar que encontró en el centro comunitario también fueron esenciales para su éxito.

Daniel describe cómo recuerda claramente un momento en su adolescencia que impactó la trayectoria de su vida. Nuevamente, el lápiz fue un elemento crítico. Mientras escribía una carta a su madrina, no podía pensar en un tema. Una madre voluntaria quien apoyaba a los niños con sus esfuerzos de redacción, le sugirió a Daniel que escribiera acerca de sus sueños. Luego, después de verlos escritos, él se dio cuenta de que no estaban fuera de su alcance. Él podía hacerlos realidad.

De vuelta a La Colmena

Daniel dice que le ha gustado ayudar a los demás durante gran parte de su vida, una característica que su padre parecía siempre exhibir. En combinación con sus buenos hábitos de estudio —y la inspiración de ver a su tío, quien a pesar de haber crecido pobre, logró convertirse en paramédico— Daniel se enfocó en sacar una carrera en medicina.

Tras visualizar su futuro, Daniel se integró a varios programas juveniles de Children International. Eventualmente fue elegido para servir en el Consejo Juvenil de su agencia. Como resultado de su participación, él adquirió una variedad de destrezas valiosas que le ayudaron años después, tal como el hablar en público, el ser responsable y fiable, y la habilidad de hacer concesiones.

 

Después de graduarse del programa de apadrinamiento, Daniel ganó una beca, lo que le hizo posible asistir a la universidad.

 

Hoy, los sueños de Daniel están a punto de hacerse realidad. Recientemente recibió su licenciatura en Medicina. En 2016, él habrá completado su residencia de un año. De ahí comenzará a trabajar oficialmente como médico.

“Pronto seré médico, gracias al apoyo de Children International”, dice él con gratitud y un poco de incredulidad en su voz.

Las aspiraciones de Daniel —además de apoyar a su familia económicamente— incluyen volver a La Colmena para impactar la vida de los demás, así como la suya ha sido impactada.

“Sin Children International”, añade Daniel, “no estaría donde estoy hoy”.

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