Música para el desarrollo en Children International: Una perspectiva juvenil

El aspecto más conmovedor de conectar con los programas de música para el desarrollo en la República Dominicana y Colombia son las reacciones de los niños y los maestros. Muchos de los niños se enteraron del programa en sus centros comunitarios. He aquí sus comentarios sobre la importancia de haber descubierto este programa.

Abel, un joven de 17 años en Santiago, República Dominicana, dice: “Toco el acordeón, el cual aprendí a tocar de oído, sin aprender a leer música. Un día estaba tocando el acordeón en el centro de Cienfuegos, y conocí a Yenny, la coordinadora de música. Ella me habló del programa y pensé 'Finalmente puedo aprender música de verdad. Finalmente tengo la oportunidad de convertirme en un músico profesional'”.

Wilfer, de 15 años de edad, expresó: “Un día vine al centro comunitario para recoger un beneficio. Vi un grupo de jóvenes dando una charla sobre los programas que ofrecían y escuché que uno de esos programas era de música… Volví a casa muy contento y le conté a mi mamá sobre el programa, y ella me llevó a la siguiente clase”.

El Programa de Música para el Desarrollo provee una actividad creativa para los niños y jóvenes y cultiva una sensación de pertenencia y responsabilidad.

Tras integrarse al programa, Abel decidió tocar la flauta. Él elogia a su maestro Andri Cruz, director de orquesta, quien enseña cómo tocar instrumentos de viento y las trompas. Abel dice: “El primer día de clase —no sé si estaba nervioso o qué— pero supongo que lo estaba, y luego me detuve. Le presté mucha atención a lo que decía el maestro. Nos dijo que le gustaba dar clase a personas que de veras estaban interesadas en aprender. Al oír eso, presté aún más atención. Mi corazón me dijo que continuara así, que yo estaba haciendo lo correcto. Las clases con el profesor Andri son como comer mi comida favorita —me lo como todo y luego quiero más y más—. Lo que realmente me encantó de la flauta era el sonido que producía. Me siento inspirado por la flauta y que realmente he encontrado mi lugar”.

Wilfer nos cuenta: “He aprendido a tocar música con un maravilloso instrumento: el saxofón barítono. Algo curioso de estas clases es que no son solamente clases de música, sino momentos llenos de sorpresa, reflexión y juegos que nos enseñan a ser mejores personas y que los resultados en la vida dependen de cómo nos comportemos. También conocemos sobre la importancia de tener valores éticos en nuestras vidas, como el respetar, tolerar y amar otras personas”.

“No son solamente clases de música, sino momentos llenos de sorpresa, reflexión y juegos que nos enseñan a ser mejores personas y que los resultados en la vida dependen de cómo nos comportemos”. — Wilfer (15), Colombia

Hay más: “La música se está volviendo más importante para mí”, dice Yoselín, joven de 18 años que toca la tuba en Barranquilla. “Cada clase es encantadora por la manera en que el maestro nos hace sentir lo importante que es la música. Hasta aprendemos cultura… No conocía sobre este instrumento. Me siento realizada porque esto es un sueño hecho realidad”.

Arley, una alumna de 16 años en el centro de Barranquilla, escribe: “Pienso que [estas clases] son más que una clase [de música], porque me han ayudado a mantenerme lejos de los problemas, especialmente de las malas compañías, y pasar tiempo afuera. También me han ayudado a crecer como persona de muchas maneras”.

El gran impacto de estos programas en Santiago y Barranquilla se debe, sin lugar a dudas, a la dedicación de los maestros. Guillermo Mota Curiel, uno de los maestros y coordinadores del programa en Santo Domingo, estudió el violín a través de El Sistema, el programa en que está basado nuestro programa de música para el desarrollo, en Caracas, Venezuela. Guillermo luego tocó con muchas otras orquestas y ahora viaja frecuentemente a Santiago donde dirige el programa de orquesta.

Además de tocar instrumentos musicales, los participantes del programa de música para el desarrollo son parte de un coro.

Yenny Martínez, otra maestra y coordinadora del programa, recuerda el programa dirigido por Guillermo en Santiago cuando comenzó: “Guillermo organizaba [los alumnos] el primer día de clase […]. Al comienzo de cada ensayo, los niños siempre guardaban silencio; casi no hablaban ni expresaban sus opiniones. Ahora tienen una relación dinámica con el director. Se ríen, hacen preguntas, comparten ideas. La confianza ha ido creciendo poco a poco, sin afectar la disciplina que han adquirido y con la que han experimentado durante el proceso”.

El círculo gira y luego los mismos maestros, al escuchar o leer las palabras de sus estudiantes, se sienten inspirados. En febrero, Jailer Fontalvo fue contratado como asistente de percusión para el programa de Barranquilla. Él dice: “Como maestro de estos extraordinarios niños y niñas dedicados a la música y a los valores inculcados en ellos por medio de distintas actividades, quiero agradecer a [The Sally and Dick Roberts Coyote Foundation - ] por el gran apoyo en la vida de cada uno de ellos y también en la nuestra como sus maestros. Su calidad musical y su visión me hacen fortalecer estrategias pedagógicas musicales”.

Raymond Félix, maestro del violonchelo en Santiago, lo expresa de esta manera: “Estoy increíblemente agradecido por la oportunidad de ser su maestro, amigo y guía hacia una existencia más humana, real y digna de los seres tan maravillosos que son […]. Me llena de felicidad cuando veo a mis niños superando y escapando su cruel realidad aunque sea por un ratito”.

Finalmente, Juan Carlos, otro maestro de Barranquilla, escribe: “Me da alegría ver la felicidad de los jóvenes y niños al terminar sus clases y en sus conciertos”.

Juan Carlos, director de la orquesta en Barranquilla, Colombia, dice que es encantador ver lo feliz que se sienten los alumnos estando en su clase y en los conciertos.

Este es un verdadero círculo de alegría y esperanza. Los maestros comparten sus conocimientos y el amor por la música, los niños aprenden, crecen y expresan su aprecio por los maestros, quienes a su vez son inspirados a dedicarse aún más a la enseñanza. Espero con ganas poder escuchar, leer y compartir más de estos comentarios de maestros y participantes a medida que los programas evolucionan.

Dick Roberts es el presidente la fundación Sally and Dick Roberts Coyote Foundation en California, que apoya programas musicales extraescolares en Los Ángeles, la República Dominicana y Colombia.

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